"El cura de Churra" ¿verdad o montaje?

Es lo más oído en estas escasas 24h. "¿No te has enterado? Chacho el cura de Churra"


Lo comentábamos en la mesa redonda que realizamos en la Filmoteca, que de manera muy vertiginosa, las nuevas tecnologías (dícese redes sociales) han hecho mucha mella en nuestro día a día, y no lo hace donde de verdad debiere. Es el caso de diversas personalidades que han visto ya anunciada su muerte y han tenido que "resucitar" para contar que no es así. El mal uso de estos medios hace que cada día nos lo tomemos más a guasa todo lo que se dice y por ende, más aún su difusión que, como es el caso del sacerdote de Churra ha llegado a niveles nacionales en menos que canta un gallo. A la velocidad de la luz podríamos decir. En los canales de tv es un cachondeo a cerca de la parroquia y el pueblo. Risas y pitorreos sobre el gentilicio y doble sentido de la palabra de Churra. Se está dañando la imagen de un pueblo por algo muy feo e indeseable. Cabe añadir que según el propio ex-párroco, se ha abierto una investigación para probar que tras este escándalo hay una especie de complot contra su persona. Las fotografías, parece ser, responden a un foto montaje que tiene como fin acabar con este hombre. Por lo que hemos podido ver, no sería nada escabroso pensar que así lo ha sido. Al menos con su vocación sacerdotal, por el momento han terminado estas fotografías. Está claro que algo falla y es por lo siguiente: Hay vídeo y fotos. Estas no responden a fotogramas del mismo por lo que se hicieron en otro momento. Puede que se trate de "dos pilladas" pero claro queda claro que es el mismo día. O se trata de un "posado-robado" o es que a este hombre le fallaron las luces y persistía en su menester en vez de salir de alli corriendo... (ULTIMA HORA, UN EXPERTO AFIRMA QUE ES UN MONTAJE, 17-5-13, http://www.antena3.com/noticias/sociedad/agencia-proteccion-derechos-ciudadanos-afirman-que-fotos-churra-son-montaje_2013051700066.html )

Ayer tarde, y sin incidir en los feos motivos, el Obispado de Cartagena emitía un comunicado que dice lo siguiente "En el día de hoy, 15 de mayo, el Sr. Obispo ha destituido al párroco de Nuestra Señora de la Encarnación, de Churra, y ha encargado la cura pastoral de la misma al Sr. Vicario Episcopal de la zona Pastoral Suburbana II, Ilmo. Sr. D. Antonio Ballester Serrano, encomendando la parroquia a la intercesión de la Santísima Virgen María, en su advocación de la Encarnación." Según medios regionales, el sacerdote se presentó en el Obispado para dar explicaciones después de pasar por la alcaldía en donde 3/4 de lo mismo hizo con el pedáneo.

Desde este blog, nos sumamos al ánimo y apoyo que está recibiendo el pueblo de Churra al igual que a los familiares de este sacerdote que tan mal trago están pasando. Elevamos nuestra oración por la parroquia y toda su feligresía

Al hilo de lo expuesto, queremos resaltar la eficacia con la que son tratados ciertos temas por el actual Sumo Pontífice  En su testimonio podemos desprender que quiere una iglesia limpia de pecado y cuando se refiere a ello lo hace de forma inmediata. No quiere jugar con la credibilidad de la Iglesia y menos en los tiempos en los que estamos, es por ello que ha prescindido de diversos sacerdotes en Roma a los que "se les ha invitado" a abandonar el Vaticano. 

Por desgracia, este es el pan nuestro de cada día. Unas veces salta a la luz y otras no ¿somos conocedores de todo lo que sucede en nuestro entorno? ¿No deberían ser más coherentes algunos sacerdotes y predicar con el ejemplo? Os dejamos con la carta que SS. escribiera en la Cuaresma 2013 antes de ser nombrado Obispo de Roma. Saquen sus propias conclusiones. ¿Verdad que no nos cuesta trabajo ser amables con nuestro prójimo? ¿verdad que entre todos podemos hacer una Iglesia mejor? Los hay que se niegan a dar la comunión a sus feligreses por problemas personales con ellos. Inclusive los hay que tambalean la mesa de más de uno queriendo coger el pan recordando "¿Hasta donde quieres llegar? te recuerdo que tu mujer trabaja aquí..." 

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“A los sacerdotes, consagrados y laicos de la Archidiócesis.

Rasguen su corazón y no sus vestidos; vuelvan ahora al Señor su Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, rico en misericordia…

VPoco a poco nos acostumbramos a oír y a ver, a través de los medios de comunicación, la crónica negra de la sociedad contemporánea, presentada casi con un perverso regocijo, y también nos acostumbramos a tocarla y a sentirla a nuestro alrededor y en nuestra propia carne. El drama está en la calle, en el barrio, en nuestra casa y, por qué no, en nuestro corazón. Convivimos con la violencia que mata, que destruye familias, aviva guerras y conflictos en tantos países del  mundo. Convivimos con la envidia, el odio, la calumnia, la mundanidad en nuestro corazón. El sufrimiento de inocentes y pacíficos no deja de abofetearnos; el desprecio a los derechos de las  personas y de los pueblos más frágiles no nos son tan lejanos; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas – incluso de niños – junto con la miseria material y moral son moneda corriente. La destrucción del trabajo digno, las emigraciones dolorosas y la falta de futuro se unen también a esta sinfonía. Nuestros errores y pecados como Iglesia tampoco quedan fuera de este gran panorama. Los egoísmos más personales justificados, y no por ello más pequeños, la falta de valores éticos dentro de una sociedad que hace metástasis en las familias, en la convivencia de los barrios, pueblos y ciudades, nos hablan de nuestra limitación, de nuestra debilidad y de nuestra incapacidad para poder transformar esta lista innumerable de realidades destructoras.

La trampa de la impotencia nos lleva a pensar: ¿Tiene sentido tratar de cambiar todo esto? ¿Podemos hacer algo frente a esta situación? ¿Vale la pena intentarlo si el mundo sigue su danza carnavalesca disfrazando todo por un rato? Sin embargo, cuando se cae la máscara, aparece la verdad y, aunque para muchos suene anacrónico decirlo, vuelve a aparecer el pecado, que hiere nuestra carne con toda su fuerza destructora torciendo los destinos del mundo y de la historia.

La Cuaresma se nos presenta como grito de verdad y de esperanza cierta que nos viene a responder que sí, que es posible no maquillarnos y dibujar sonrisas de plástico como si nada pasara. Sí, es posible que todo sea nuevo y distinto porque Dios sigue siendo “rico en bondad y misericordia, siempre dispuesto a perdonar” y nos anima a empezar una y otra vez. Hoy nuevamente somos invitados a emprender un camino pascual hacia la Vida, camino que incluye la cruz y la renuncia; que será incómodo pero no estéril. Somos invitados a reconocer que algo no va bien en nosotros mismos, en la sociedad o en la Iglesia, a cambiar, a dar un viraje, a convertirnos.

En este día, son fuertes y desafiantes las palabras del profeta Joel: Rasguen el corazón, no los vestidos: conviértanse al Señor su Dios. Son una invitación a todo pueblo, nadie está excluido.

Rasguen el corazón y no los vestidos de una penitencia artificial sin garantías de futuro.

Rasguen el corazón y no los vestidos de un ayuno formal y de cumplimiento que nos sigue manteniendo satisfechos.

Rasguen el corazón y no los vestidos de una oración superficial y egoísta que no llega a las entrañas de la propia vida para dejarla tocar por Dios.

Rasguen los corazones para decir con el salmista: “hemos pecado”. “La herida del alma es el pecado: ¡Oh pobre herido, reconoce a tu Médico! Muéstrale las llagas de tus culpas. Y puesto que a Él no se le esconden nuestros secretos pensamientos, hazle sentir el gemido de tu corazón. Muévele a compasión con tus lágrimas, con tu insistencia, ¡importúnale! Que oiga tus suspiros, que tu dolor llegue hasta Él de modo que, al fin, pueda decirte: El Señor ha perdonado tu pecado.” (San Gregorio Magno) Ésta es la realidad de nuestra condición humana. Ésta es la verdad que puede acercarnos a la auténtica reconciliación… con Dios y con los hombres. No se trata de desacreditar la autoestima sino de penetrar en lo más hondo de nuestro corazón y hacernos cargo del misterio del sufrimiento y el dolor que nos ata desde hace siglos, miles de años… desde siempre.

Rasguen los corazones para que por esa hendidura podamos mirarnos de verdad.

Rasguen los corazones, abran sus corazones, porque sólo en un corazón rasgado y abierto puede entrar el amor misericordioso del Padre que nos ama y nos sana.

Rasguen los corazones dice el profeta, y Pablo nos pide casi de rodillas “déjense reconciliar con Dios”. Cambiar el modo de vivir es el signo y fruto de este corazón desgarrado y reconciliado por un amor que nos sobrepasa.

Ésta es la invitación, frente a tantas heridas que nos dañan y que nos pueden llevar a la tentación de endurecernos: Rasguen los corazones para experimentar en la oración silenciosa y serena la suavidad de la ternura de Dios.

Rasguen los corazones para sentir ese eco de tantas vidas desgarradas y que la indiferencia no nos deje inertes.

Rasguen los corazones para poder amar con el amor con que somos amados, consolar con el consuelo que somos consolados y compartir lo que hemos recibido.

Este tiempo litúrgico que inicia hoy la Iglesia no es sólo para nosotros, sino también para la transformación de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra Iglesia, de nuestra Patria, del mundo entero. Son cuarenta días para que nos convirtamos hacia la santidad misma de Dios; nos convirtamos en colaboradores que recibimos la gracia y la posibilidad de reconstruir la vida humana para que todo hombre experimente la salvación que Cristo nos ganó con su muerte y resurrección.

Junto a la oración y a la penitencia, como signo de nuestra fe en la fuerza de la Pascua que todo lo transforma, también nos disponemos a iniciar igual que otros años nuestro “Gesto cuaresmal solidario”. Como Iglesia en Buenos Aires que marcha hacia la Pascua y que cree que el Reino de Dios es posible necesitamos que, de nuestros corazones desgarrados por el deseo de conversión y por el amor, brote la gracia y el gesto eficaz que alivie el dolor de tantos hermanos que caminan junto a nosotros. «Ningún acto de virtud puede ser grande si de él no se sigue también provecho para los otros… Así pues, por más que te pases el día en ayunas, por más que duermas sobre el duro suelo, y comas ceniza, y suspires continuamente, si no haces bien a otros, no haces nada grande». (San Juan Crisóstomo)

Este año de la fe que transitamos es también la oportunidad que Dios nos regala para crecer y madurar en el encuentro con el Señor que se hace visible en el rostro sufriente de tantos chicos sin futuro, en la manos temblorosas de los ancianos olvidados y en las rodillas vacilantes de tantas familias que siguen poniéndole el pecho a la vida sin encontrar quien los sostenga.

Les deseo una santa Cuaresma, penitencial y fecunda Cuaresma y, por favor, les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Paternalmente”

Card. Jorge Mario Bergoglio s.j.

Buenos Aires, 13 de febrero de 2013, Miércoles de Ceniza

El link de este mensaje en la web de la diócesis de Buenos Aires (Argentina):

http://www.arzbaires.org.ar/inicio/homilias.html

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